Las diferencias son sutiles, pero cada preparación de café lleva distintas cantidades de espresso, leche o espuma de leche que marcan matices y nos hacen viajar a diversos universos cafeteros. Como regla básica recordar: a menos cantidad de café, menos cafeína y más intensidad en sabor. Un ristretto para un dulzor profundo, un espresso para una bebida equilibrada y un lungo para quienes necesiten una fulminante dosis del alcaloide. En el área láctea, el macchiato es un insuperable equilibrio de sabor entre leche y café, un cappuccino es espumoso por esencia y un latte es el indicado para ahogarse en una taza cremosa y dulce.
¿No quedó claro? Bueno, estas ilustraciones son un certero aliado para empezar a entender que en la cultura del espresso nada es casualidad y cada taza lleva impregnada una potente carga de precisión y técnica. Este es, entonces, un necesario backstage para aprender a demandar y reconocer lo que, a veces, tiene un largo signo de interrogación. ¡Salud!
Felipe Herrera P.
Periodista
Revista Club La Tercera
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